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PS Diversidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Secretaría de Diversidad Sexual – Partido Socialista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

viernes, 16 de julio de 2010

Argentina 2010: Ganamos el Mundial de la Igualdad

Existe en el país por concenso popular y casi por sentimiento implícito la creencia de que la realidad se mueve a golpes de hechos o noticias importantes o impactantes. Esto es tan así que, cuando estalla la “fiebre del mundial de fútbol”, la mayoría de los argentinos nos olvidamos de todo y de todos. Ponemos nuestro entendimiento de la forma (y porqué no, del tamaño) de una pelota de fútbol y nada más existe ya (al menos por un mes).

Lo que l@s ciudadan@s no advertimos es que este sensus populo vivido colectivamente en hechos importantes se hace presente en situaciones cotidianas que requieren la misma intensidad de atención y de pasión. Y es por eso que en Argentina, donde pareciera ser que todo se “mueve” de este modo, los colectivos y los individuos adoptamos estas maneras de sentir.

Con pena o con gloría el mundial de fútbol de 2010 pasó dejando sensaciones poco agradables para todos. Pero en el corazón de muchos argentinos había otros “mundiales” que se venían jugando, otros acontecimientos que se venían debatiendo desde principios de año. Veníamos prefigurando otro “mundial” que se cocinaba en las charlas de café con amigos, en las aulas, en la mesa familiar, y en la militancia. Este era “nuestro" Mundial: el de la Igualdad.




El Mundial de la Igualdad se jugó en las calles, en las plazas, en las familias, en las aulas, en los lugares de trabajo, entre los amigos, y en cuanto espacio de comunicación y reflexión se generó en este tiempo. En el Mundial de la Igualdad no había vuvuzelas, sino voces, gritos, sentimientos, convicciones que salen de lo muy hondo de los seres humanos que participamos.

Nuestro Mundial se planteó como un partido entre dos equipos: el “naranja” y el de los “colores del arco iris”. Eramos muchos los que queríamos ganar este Mundial. Teníamos la sensación, aún antes de empezar a jugarlo, que podíamos ganarlo. También había miedos, y algunas contradicciones. Pero aún así, el horizonte estaba claro.

Los Países Bajos, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Suecia, Noruega, Portugal e Islandia ya lo habían ganado ¿porqué nosotros no? ¿Qué nos faltaba a nosotros para ganar este Mundial? Nos replanteamos, hicimos cambios de jugadores, se fueron unos y vinieron otros, se sumaron los chicos juntando firmas apoyando al equipo, el partido fue intenso y de larga duración, se jugó en Facebook, en Twitter y en cuanto blog o red social hubiera algún simpatizante.
Después de varias idas y vueltas, pasó el primer tiempo sin mucho sobresalto, íbamos ganando y no lo podíamos creer, pero faltaba el segundo tiempo. Uno a cero y apretábamos bien amortiguados por el frío que congelaba hasta las neuronas y no nos permitía pensar en más que una sola posibilidad: triunfar.

Los cinco minutos finales fueron interminables, agónicos, imposibles, hasta que llegó el final y todos estallamos de alegría en un solo grito: ¡Igualdad! ¡Igualdad! ¡Igualdad! ¿El resultado? No importa el resultado, ahora ya es anecdótico, pero fue 33 a 27. Ganamos por goleada.

La madrugada del 15 de Julio fue interminable. En las calles la gente nos decía: ¡Qué bueno! ¡yo soy hetero, pero ahora ustedes se pueden casar! ¡bien!. En una madrugada fría (de esas para no dormir solo) con la sensación del deber cumplido y de que queda mucho camino por recorrer, los del “equipo ganador”, los del “arco iris” nos fuimos a dormir contentos y a soñar. Aún faltan muchas luchas, muchos partidos, muchos nuevos escenarios y espacios por ganar, pero el 15 de Julio ganamos el Mundial de la Igualdad para todas y todos.



(Agradecemos a Beto Ibarra por el texto)

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